Hay frases que retumban durante años, palabras que quedan grabadas indeleblemente en la memoria, heridas que cicatrizan, pero que nunca se cierran. Creo que Albus Dumbledore no erraba al calificar las palabras como una fuente inagotable de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo. Hace apenas pocas semanas que escuché la frase que reza el título, pero lleva resonando en mi conciencia desde entonces, punzante cual flecha clavada en mis entrañas. Imagino que muches podréis imaginar el contexto donde surgió. Fue una frase que utilizó uno de mis primos para, de alguna forma, validar a Ale, a aquella persona que años atrás levantara la mano contra mí.
Hay otra frase que, a mi parecer, está intrínsecamente relacionada con esta. "Todas las opiniones son válidas". La gran doctrina de esta "democracia" en que vivimos (si es que a este sistema se le puede calificar como tal), que se ha convertido en adalid de la libertad de pensamiento y de expresión. Hay que ser muy inocente para creer que un sistema político pueda defender algo que no vaya en interés de los gobernantes.
En primer lugar, ya de por sí la existencia de la libertad es bastante cuestionable. Desde pequeñes estamos imbuides en un sistema cultural y social del cual heredamos nuestra noción de normalidad, los conceptos y categorías con los que pensamos, e incluso, si no nos damos cuenta, nuestra propia identidad. Algo tan normalizado como una determinada forma de saludar, de socializar o de manifestar nuestro género no es sino un constructo que hemos aprendido, a veces incluso interiorizado como nuestro; no hay más que ver otras culturas para darse cuenta de que lo que para nosotres es una opción única y evidente, para otras culturas es algo extraño y, a veces, impío. Cada cultura nos hace a su imagen y semejanza, y no al revés.
Aún así, supongamos que, efectivamente, tenemos plena agencia sobre nuestros pensamientos, que no son éstos un mero reflejo de años y años de adoctrinamiento (digo, de educación). La libertad de pensamiento, desde la perspectiva del opinionismo, implica dar el mismo valor a todas las opiniones, independientemente de su contenido, porque la Verdad no existe y, por tanto, no existe ninguna referencia objetiva para jerarquizarlas. De hecho, cualquier apelación a la Verdad se concibe como una muestra de autoritarismo y dogmatismo, un radicalismo, un extremismo. Es, cuanto menos, paradójico, que con este discurso consigan precisamente dejar vía libre al fascismo y el adoctrinamiento. Popper bautizó este fenómeno como "paradoja de la tolerancia": si toleras a las personas intolerantes éstas usarán la violencia para someter a la totalidad de la población e impondrán su orden, lo cual supondrá el fin de toda tolerancia. Quizá sobre el papel suene exagerado, incluso distópico, pero series como The Handmade`s Tale ilustran de forma bastante verosímil cómo puede pasarse de una sociedad con derechos a una dictadura patriarcal. De hecho, ni siquiera hay que recurrir a la ficción para encontrar ejemplos: Hitler subió al poder ganando unas elecciones; por motivos que escapan a mi comprensión, Trump también, y VOX va en camino. "Lo único que necesita el mal para triunfar es que los buenos no hagan nada" (Edmund Burke).
Podría apelar aquí a la existencia de criterios formales para determinar si un argumento es válido o no, que, muy resumidamente, dictan que debe haber una verdadera relación causal entre antecedente y consecuente, pero realmente no creo que sea el punto. Hay discursos fascistas que pueden argumentarse correctamente desde un punto de vista formal. La verdadera cuestión es que, si un punto de vista implica faltarle al respeto a otro ser sintiente, no debe ser respetado. Ser un cuñado no es un derecho.
Creo que todes estaremos de acuerdo en que matar o violar no es respetable, pero parece que cuando salimos un poco de violencias tan brutales cuesta más defender una serie de derechos básicos sin que te tachen de nazi radical. Creer que ser hombre es tener pene, ser mujer tener vulva y que sólo existen esos dos géneros no es respetable, porque nos están negando el derecho a que nuestra identidad sea reconocida a las personas trans y/o no binarias. Creer que el sexo es una necesidad básica universal no es respetable, porque invisibiliza y patologiza a la parte del espectro ace que no siente deseo. Creer que todo el mundo se enamora, que es sólo cuestión de tiempo y de encontrar a la persona indicada, no es respetable, porque invisibiliza y deslegitima la vivencia de las personas del espectro arromántico. Y creer que tienes derecho a comerte un solomillo o un trozo de queso no es respetable, porque un ser sintiente fue torturado y asesinado para que puedas devorar los restos de su cadáver mutilado y/o de sus secreciones corporales.
Estoy cansade de llevar toda la vida sintiéndome rote por no encajar en vuestro maldito patrón, por intentar encorsetarme en unas expectativas que me asfixian, que no me definen, que me aniquilan. No son opiniones, son opresiones. Y cuando una persona ejerce ese tipo de violencia contra otra, esa violencia que viene no de una banal desaveniencia, sino del visceral y gratuito impulso de someter, no hay medias tintas, no es "responsabilidad de ambas partes", porque nada justifica una agresión. Esto no es un desesperado intento de santificar víctimas en aras de la búsqueda de compasión y protagonismo. Es el simple reconocimiento de que hay opiniones que no son respetables, y por lo tanto, hay actos que son execrables. No hay nada de malo en aceptar "radicalismos" de vez en cuando; a veces, una persona es totalmente inocente y la otra es innegablemente culpable, y negarlo no es sino un acto simplista de dogmatismo que de alguna forma busca justificación en el mal ante la incapacidad de aceptar que éste pueda ser completamente inmerecido. Y lo que es peor, porque a mí que viváis en los mundos de Yupi me la suda. Negarlo implica cargarnos con una responsabilidad que no nos corresponde; no sólo tenemos que aguantar que nos opriman, además tenemos que lidiar con el hecho de que creáis que nos lo merecemos. Y lo siento mucho, pero por más que os cueste aceptarlo, yo no me merecía que me intentaran pegar una paliza por rebelarme contra el machismo, el heteropatriarcado y la gordofobia. Y cualquier otra "opinión", os la podéis meter por la oreja.
Dedicatorio especial a mi "familia", dado que aparentemente desde que expongo las violencias que he sufrido por su parte han mostrado gran interés por mi blog: en lo que a mí respecta, podéis estar dando gracias de que me limito a llamarle por su nombre de pila. Mi intención con estos artículos no es dañar su imagen (y mira que se lo merece), sino simplemente desahogarme y sanar las heridas y traumas que me habéis dejado. No haberme tenido callade tantos años, ahora os jodéis. Que os den por saco.
PD: Aprovecho la ocasión para salir del armario como demisexual, panromántique, no binarie y no-monógame (que básicamente significa que no soy una mujer, que no soy hetero, que no estoy sólo con una persona y que me cago en la RAE, lo de demisexual me da pereza hasta explicarlo). Ya veis, grano en el culo y engendro. Lo tengo todo ;)
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Comentarios
Me encanta cómo te expresas <3
Lo del opinionismo es un cáncer que ha alcanzado la metástasis en nuestra sociedad.